Mi hija Carmencita se graduó de la universidad en mayo. Ya es oficialmente enfermera titulada con especialidad en asistencia de ancianos con artritis. Estoy tan orgullosa que no hay palabras para expresarme. Ya había reservado mi pasaje para ir a Nueva York a acompañarla en su graduación y luego invitarla a comer unas hamburguesas porque estoy corta de plata, pero ella me frenó en seco:

-No, mami, mejor no vengas.

Le pregunté por qué prefería graduarse sin que yo estuviera a su lado como su madre que la adora, y me dijo delicadamente, pero sin un ápice de duda:

-Porque eres alcohólica, mamá, y no quiero que mis amigas te conozcan.

Me quedé muda, vacía, sin reacción.

-No soy alcohólica, Carmencita –le dije-. Me bajo dos botellas de vino para combatir el estrés de mi trabajo como locutora de televisión, pero eso no me convierte en alcohólica, por el amor de Dios.

Carmencita, que es muy avispada, muy lista, muy de mirar documentales en Netflix y saber de todo un poco, me dijo:

-Todo el día estás tomando, mamá. No sé si te lo han dicho en el canal, pero apestas a alcohol.

Me dolió en el alma que usara esa palabra: “apestas”.

-No apesto –la corregí con firmeza-. Será que huelo un poquito a alcohol. No es lo mismo.

-Mamá, por favor, no quiero discutir –zanjó el asunto mi hija mayor-. Simplemente no quiero que vengas. Yo pasaré por Miami después y celebraremos juntas.

Me apresuré a decirle:

-Pero, hijita, no te olvides que yo te he pagado toditos los cuatro años completos de tu universidad carísima que me ha costado un ojo de la cara.

Lo que, en rigor, era mentira, o una exageración, porque Carmencita y yo nos habíamos endeudado, poniendo mi casa como garantía, para que ella estudiase, pero el préstamo tenía que pagarlo ella en treinta años y con bajos intereses.

-¿No te parece que me merezco estar presente en tu graduación? –insistí.

Pero ella ya había cortado. Carmencita es así: sabe lo que quiere, no pierde tiempo, te dice las cosas como son y a otra cosa, mariposa.

El sábado de su graduación me deprimí horriblemente porque mi esposo Silvio, que es un espía consumado y se mete a la cuenta de Carmencita en Instragram, me mostró fotos de mi hija con su novio, con la familia de su novio, con sus amigas, y yo, por supuesto, no aparecía ni de casualidad. Se avergüenza de su viejita, pensé. Reniega de mí. Le parece impresentable que no hable bien el inglés, que esté gorda, que sea borracha, que sea apenas una locutora de televisión y no una profesional titulada como ella. Triste vida la mía. Mi hija, mi propia hija, mi hija mayor, salida de mis entrañas, me aparta de los momentos más felices de su vida y solo me llama cuando necesita algo, sobre todo plata, que además yo no tengo, porque en el canal me han bajado el sueldo y no me queda más remedio que pedirle ayuda a mi Silvio, que es masajista del Ritz y solo con las propinas gana más que yo. En fin, mi hija se graduó y días después me llegó una foto enmarcada del día de su graduación, más nada.

Y luego, por supuesto, no pasó por Miami a visitarme, qué ocurrencia. Se fue con su noviecito a Francia, a la Costa Azul, a Cannes, a Niza, menos mal que unas semanas antes del atentado terrorista, y se dio la gran vida, porque creo que su novio tiene harta plata, y ni siquiera me escribió un mail contándome cómo estaba, y yo seguía esperándola, devastada, disminuida, humillada, rebajada a mi condición de madre fracasada que ya es un estorbo y a la que su hija da de baja sin pena ninguna.

Por eso, porque estaba desesperada, llamé por teléfono a mi segunda hija Paulina, que había conseguido un trabajo por el verano en el zoológico de Washington. La bella Paulina, tan relajada, cero competitiva, amante de los animales, se pasaba el día dando de comer a los monos.

-¿No estás poniendo en riesgo tu vida, hijita? –le pregunté, preocupada-. Porque esos monos no creen en nadie, no confíes en ellos, son bien traicioneros.

-Más traicioneros son los hombres, mamá –me dijo Paulina.

Sin más rodeos, le dije que tenía ganas de ir a visitarla y le pregunté si podía quedarme con ella.

-No, mami, imposible –me dijo-. En mi apartamento somos tres amigas, y cada una tiene su cuarto, no hay espacio para visitas.

-Pero puedo dormir en tu cama, hijita –le sugerí.

-¿Es broma? –replicó, y se rió burlonamente, como si yo fuera una mona vieja, gorda, peluda, que le cae pesada a todo el mundo, a la que nadie quiere tirarle un banano.

-Hijita, te extraño –le dije.

Paulina me preguntó:

-Mamá, ¿estás borracha?

No supe qué contestarle. Eran las cinco de la tarde y había empezado a remojarme el paladar con un vinito tinto desde el mediodía. No estaba borracha, simplemente estaba sentimental.

-Te llamo otro día –le dije-. Salúdame a tus amigas.

Corté, me encerré en el baño y me eché a llorar. Me sentí una vieja. Mis hijas eran felices sin mí, preferían no verme, me tenían como a una borracha de la que se avergonzaban. Hacía meses que no las veía, desde la última navidad, y ya me habían advertido de que la próxima navidad no la pasarían conmigo y con Silvio en nuestra casita de Miami, porque se irían a Lima a pasar las fiestas con Sandro, su papá, que se había ennoviado con una francesa ricachona y no paraba de viajar. Llamé a Silvio, mi marido, y le pregunté:

-Amor, ¿tú crees que soy alcohólica?

Silvio se rio y me preguntó:

-¿Por qué me preguntas eso?

-Por que así me lo ha dicho Carmencita.

-Yo no diría que eres alcohólica, gordita –me dijo mi esposo, amorosamente-. Yo diría que tienes cultura etílica.

Lo amé.

-Es lo que yo dijo: soy enóloga, no alcohólica –le dije.

Cortamos y me fui a servirme una copa de vino. Luego descolgué una foto de mi hija Carmencita, hasta entonces exhibida en la cocina, y la metí al cuarto de las escobas. Ya no me quiere, pensé.

25 pensamientos acerca de “Una madre se queda sola

  1. Rossy

    Jaime tiempo al tiempo nada mas¡ no tienes porque sufrir ni pensar que no te quieren,aparte de ello recuerda que aun son jóvenes y sus necesidades son otras. tieeeemmpooo Jaimito . y solo es de inteligente en no ser tan egoísta y críticos con los demás. el amor no se mendiga y menos de los hijos. que somos nostros los hijos quien a pesar del padre que nos ponga la vida debemos de amarlos y respetarlos. disfruta la vida mucho mas de lo que ya la estas disfrutando derpente con el amor de tu esposa y tu pequeña. soy de la idea que no les escribas absolutamente nada aunque duela como padre. pero ya pediste disculpa lo suficiente tampoco es un delito volver a ser feliz ,amar y que te amen. pensaste por ti con la decision de apostar con silvia y hasta ahora esta bien me alegro Jaimito. vamoss¡¡¡ mas animo y dejala que tomen conciencia tambien con sus actitudes. dales tiempo y sobre todo tomate tambien tu tiempo,la vida es corta Jaime no necesita que la desgastes de una manera que no te sientas feliz. 😀

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  2. Ana

    Tuve una muy mala relación con mi papá, pero decidí darle una segunda oportunidad y las cosas fueron bien, claro no duro mucho tiempo pero aún así creo en las segundas oportunidades no en las terceras, tus hijas nos son jueces ellas deberían dar la oportunidad tan solo de hablar. Opino q el trato de tus hijas es muy mezquino y que son niñas acostumbradas a tenerlo todo de manera fácil por ello no son capaces ahora de saber agradecer ni perdonar (sobre todo que no hay nada que perdonar tu tienes derecho de rehacer tu vida como quieras). Respira en paz que tienes a Zoe que si la sabes criar algún día estará agradecida. Por cierto la depresión y el insomnio tienen solución no deberías padecer así, yo tuve un tratamiento de solo un año y ahora puedo sonreír. Espero encuentres tu paz y felicidad. Éxitos.

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  3. soby

    jajajajaja, me da risa que la gente crea lo que escribes, no se dan cuenta que es solo tu imaginación de escritor. me gusta lo que escribes.La realidad solo lo sabes tu.

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  4. miguel rocha

    eres un capo Jaime me gustan tus historias, casi siempre son divertidas, yo creo que eres un gran escritor porque siempre leo tus relatos, son muy entretenidos de principio a fin.

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  5. María Isabel Abarca Zapata

    Como siempre tus escritos son geniales. Te felicito. Lo de tus hijas, pronto se darán cuenta y volverán a ti. Creo fue exceso de engreimiento y celos de Zoe, bella y querida niña. Cuidate mucho, tienes millones de gente que te queremos.

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  6. Roxy

    Los hijos son prestados nada mas, siéntase orgullosa de haberles dado por lo menos las herramientas para que pueden valerse por si mismas en la vida, y estoy segura que vivirán su juventud con esa libertad que les da el tener una carrera que las hace felices, un novio con plata (que probablemente las haga felices también) y saber que, siempre, pase lo que pase, tienen su respaldo mi estimada amiga enóloga.
    Creo que ha cumplido con su tarea de madre con ellas, ahora… a seguir trabajando con la pequeña que todavía le queda por formar 🙂

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  7. Cints

    Eres el mejor padre del mundo, te equivocaste como todos pero nunca dejaste de amar a tus hijas que por tontas no saben valorarte.
    Saludos y cariños querido Jaime.

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  8. Patricia

    Es una historia cruel y cotidiana. Ningun Padre o Madre se merece tanta indiferencia y desagradecimiento por parte de sus hijos ante el esfuerzo que se hizo por apoyarlos y financiarlos cuando crecieron y cuando estudiaron. Lo minimo que pueden brindar a cambio es amor y respeto, tan sencillo como eso; pero hoy en dia ya no hay sentimientos ni consideracion.

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  9. monica

    Nose Si es cierto lo que escribes, pero cuando nos divorciamos los hijos son Los que mas sufren y yo diria para siempre… El punto es que tu narration entretiene y eso es lo que importa (y vende). Me gusta mas tus historias personales Como cuando orinaste en el Jardin de tu vecindario. Espero mas historias jocosas. Saludos desde Utah! No a keiko!

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  10. Patricia

    Jaime, me duele que tus hijas no te valoren, por que no solo cubriste sus necesidades y excesos económicos, también los de tu exesposa. Independiente de lo monetario les diste todo tu amor de padre y cuidaste bastante no repetir patrones
    personales. Cuando eran adolescentes su mamá las manipulaba, a ellas a ti y a varias personas como si fueran plastilina en sus manos. Pero a esta edad ellas pueden tomar sus decisiones y si no saben ser agradecidas , la vida se encargará de enseñarles.
    No te flageles culpándote que las perdiste por enamorarte de Silvia, tú eras un hombre libre. Te aplaudo qué defendiste tu amor por Silvia y tu adorada hija Zoe. Por qué tus hijas intuyo actuarían igual estando Silvia o no en tu vida. Es una pena que sean una copia de su mamá, por que no tienen un ápice de tu generosidad, educación y amar por amar. O como dice tu Sra. madre servir para servi.
    Un beso para Los Bayly Núñez del Arco y este Para Zoe.

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  11. M. Hernández

    Que lastima que los hijos no se den cuenta de los grandes esfuerzos que los padres padres hacen por más errores que hayan cometido. Nadie es perfecto, todos cometemos errores y muy fácil es juzgar pero muy difícil perdonar. Ojalá la relación madre e hija mejoren y que Silvio pueda ayudarte a sobrellevar tan complicada relación. Suerte!!!

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  12. Joselyne carrasco

    No tengo hijos, pero si soy hija, y mi madre me enseñó que los momentos importantes se comparten con los que más te quieren. Es difícil saber cómo serán tus hijos cuando sean adultos pero si sé que su conducta será la lógica consecuencia de lo que recibió, los hijos no sólo necesitamos todo lo material que existe en el mundo, los hijos necesitamos mucho amor traducido en saber cómo hizo papi para darme tal o cual cosa, necesitamos saber que si lo tenemos es porque papi se esforzó para que yo lo tenga porque me quiere ver feliz. Me atrevo a decir que eso fue lo que falto, enseñarle a Carmen el verdadero significado de las cosas, solo así podría hoy valorar el amor que le tiene quien jamás dejará de quererla. Porque así es ese único amor de padres. Saludos Jaime

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  13. Enrike Vera

    Asi es el juego nadie es perfecto herrar es humano y perdonar es divino q podemos hacer si la única solución esta en sus manos de ellas algún día serán mamas y tal vez entienda q nosotros no elegimos destinos como esos pero es difícil liar con eso a los q nos toca pero al final somos bestias domesticadas q más nos queda.

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  14. Rosario Romero Hidalgo De Jesus

    Que pena que siendo una persona excepcional no hayas podido cultivar una buena relation con tus hijas, pese a que les diste lo que quisieron y nadie es perfecto, bueno, se aprende de los fracasos, no cometas los mismos errores con tu pequeñita Zoe, menos mal que tu amada Silvia te ama y te respeta por sobre todo, muchas bendiciones siempre Jaimito, saludos desde New Jersey.

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comentarios

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