UNO

Mi padre es cazador y coleccionista de armas de fuego. Tiene en casa revólveres, pistolas, escopetas, fusiles, carabinas. Tiene también cantimploras, cuchillos, ropa militar. No es militar, le hubiera gustado serlo, una enfermedad se lo impidió. Sus mejores amigos son militares, vienen a la casa los fines de semana a tomar whisky y conspirar. Quieren dar un golpe, quieren sacar al dictador militar. Mi padre me ha enseñado a disparar en nuestra casa en el campo. Me invita a acompañarlo en un viaje de cacería. Manejamos más de mil kilómetros al norte hasta un coto de caza. Salimos a buscar pumas y venados al amanecer, montados sobre el lomo de unas mulas, con un guía enseñándonos el camino entre la maleza. Mi padre quiere matar un puma, uno más. Yo no quiero matar nada. Tras largas horas bajo el sol, el guía señala a lo lejos un venado. Mi padre me conmina a dispararle. Yo apunto y, en el momento crucial, no puedo apretar el gatillo. Mi padre me mira con profunda decepción y dispara, matando al venado. A la noche nos sirven la carne frita del animal. Yo como un bocado y corro al baño a vomitar. Mi padre me mira con rabia y desilusión. Yo sé que no soy el hijo que él quería tener. Me parezco demasiado a mi madre. Por eso me detesta.

DOS

Mi padre levanta pesas y boxea. Le pega a un saco de arena colgado en la pared. Tiene espaldas anchas, musculosas. Le gusta nadar. Quiere que yo sea boxeador como él. A mí no me interesa boxear. Me gusta leer novelas de aventuras para escaparme de él. Me sugiere medirnos en una pelea amistosa de box. Calzamos los guantes. Me dice que puedo pegarle en la cara y el pecho. Me asegura que solo me pegará en el pecho y no fuertemente. Trato de pegarle en el pecho pero esquiva mis golpes. Se impacienta, le disgusta que no sea violento como él. Me exige pegar más fuerte, moverme con determinación. Pareces una señorita, una bailarina de ballet, me dice, furioso. Pierde el control. Me pega en la cara, me tumba, me hace llorar. Me saco los guantes y corro a mi cuarto. Eres una niña, le escucho decir. Siento que lo odio y que quiero escapar de su casa.

TRES

Cállate, me dice mi padre. Los niños son de palo, no hablan, me recuerda. Ya me lo ha dicho muchas veces. Le molesta que hable, le irrita que le diga a mi madre los capitales de Asia y África. Me jacto de saberlas, me gusta impresionar a mi madre con mi memoria de corta duración. Cuando digo las capitales, mi padre tensa los músculos de la cara, frunce el ceño, me mira por el espejo retrovisor. Vamos en su auto, él conduce deprisa. Cállate la boca y deja de hablar como un loro, me dice. Mi madre le tiene miedo y se calla también. No consigo estar en silencio mucho tiempo. Le digo a mi madre que me pregunte los nombres de los ministros. Le voy diciendo los nombres y apellidos y el cargo que ocupan. Me gusta hacer alarde de mi pequeña memoria de datos aprendidos en la lectura del periódico. Sé los presidentes, los gabinetes, las capitales, las formaciones de los equipos de fútbol argentinos y españoles. Me encanta lucirme, recitar toda esa información inútil. A mi padre le molesta escucharme cuando vamos en su auto. Cállate, me dice. Me estás volviendo loco, añade. Los niños son de palo, no hablan, miran, no abren la boca, ¿entiendes? Pero yo no quiero estar callado porque hablando siento que lo supero y que mi memoria es mejor que la suya. Vas a ser un vendedor de autos usados, me dice, con desdén. Yo pienso: no, voy a ser famoso, y la gente no dirá que soy tu hijo, sino que eres mi padre.

CUATRO

Mi padre y sus amigos me llevan a un burdel. Vas a debutar, me dicen. Están borrachos. Todos los fines de semana se emborrachan. Son alcohólicos pero no se dan cuenta o no les importa. Mi padre está preocupado porque le parece que soy un niño delicado, sensible, femenino. No me gusta matar animales, boxear, lanzar escupitajos, decir lisuras. Me gusta leer novelas de aventuras, leer los periódicos, leer las revistas en inglés que llegan a la casa. Me ha salido un hijo señorita, mariquita, me dice, cuando me lleva de madrugada al colegio. Salimos a las seis de la mañana porque nuestra casa en el campo está a hora y media del colegio. Esa hora y media con mi padre es un infierno para mí. Nunca me dice una palabra cálida, afectuosa. Siempre me rebaja, se burla de mí, pone en entredicho mi virilidad. Por eso él y sus amigos me han llevado a un burdel. Mi madre no sabe nada, por supuesto. Le han dicho que vamos a ir al cine a ver una película de guerra, “El puente sobre el río Kwai”. En el burdel saludan a mi padre y sus amigos con familiaridad. Ellos eligen a la señora prostituta que me hará debutar, que me convertirá en un hombre. Me tiemblan las piernas, temo fracasar, presiento que todo será un fiasco. A solas con la mujer en un cuarto de olores ásperos, veo que se desnuda con aire apático, resignado. Parece una mujer desdichada, que deplora su oficio. Me mira con abulia, sin ternura. No quiere estar allí. No quiere inaugurarme. Me pide que me quite la ropa. Lava mis partes privadas. Me tiende en la cama. Hace su mejor esfuerzo pero no consigue excitarme sino aterrarme. Es un fracaso en toda la línea. Por favor no se lo digas a mi padre, le digo. Por favor no se lo digas a nadie, le ruego, mientras nos vestimos. Luego ella le dice a mi padre: Su cachorro es todo un macho, digno hijo suyo. Salud, me dice mi padre, y me hace tomar un trago de whisky. Yo quiero encerrarme en mi cuarto y llorar. Tal vez mi padre tiene razón y no soy un hombre, pienso. Tal vez es verdad que soy una señorita, una bailarina de ballet.

CINCO

Ya no vivo con mi padre, vivo con mis abuelos maternos. No quiero ver a mi padre. Cuando lo veo, me tiemblan las piernas de miedo. Me ha dado demasiados correazos en las nalgas, me ha humillado muchas veces. Apruebo el examen y entro a la universidad entre los primeros. Mi padre no me felicita. Salgo en televisión opinando sobre política, tengo apenas dieciocho años, mi padre no me dice nada. Publico columnas en el periódico, mi padre me dice que no las lee y que seguramente otro las escribe por mí. Manda una carta al director del periódico diciéndole que debo firmar mis columnas con mis apellidos paterno y materno, porque si solo las firmo con mi nombre y mi primer apellido, estoy usando indebidamente su nombre. El director me enseña la carta, siento un incendio de bochorno en el rostro. A partir de entonces firmo Jaime Bayly Letts porque Jaime Bayly es mi abuelo y Jaime Bayly es mi padre y ambos prefieren que yo aclare públicamente que esas columnas, “Banderillas”, así se titulan, no las escriben ellos, sino yo.

SEIS

Me caso en Washington. No invito a mis padres. Publico mi primera novela. Mis padres no la leen y me dicen por carta manuscrita que es una basura. Mi padre hereda un dinero a la muerte de su padre. Nos regala un dinero a sus hijos. Le devuelvo ese dinero. Lo acepta. Mi padre viene de visita a la isla donde vivo, lejos de él. Se aloja en un hotel, me deja mensajes telefónicos invitándome a cenar, no le contesto, no quiero verlo. Todos los recuerdos que guardo de él son tristes, dolorosos. No quiero verlo más. Sé que se avergüenza de mí, que hubiera querido tener un hijo mayor idéntico a él y no tan parecido a mi madre. La televisión me ha hecho marginalmente famoso en el país donde ellos viven. Mi padre deplora las cosas que hago en televisión. Dice que soy un payaso, un animador de la farándula, un vulgar cabaretero. Mis libros le parecen un asco, una inmoralidad. Le dice a un amigo suyo que por mi culpa muchos jóvenes y adolescentes se van a confundir y en lugar de ser varones honorables como él terminarán siendo mariquitas como yo. Qué daño tan grande le hace mi hijo a la juventud, dice. Qué daño tan grande me hiciste tú, pienso yo. Tengo derecho a mi legítima defensa, a contar mi versión, pienso. Pero él me ve como un hijo fallido, fracasado, impresentable, todo lo contrario de lo que esperaba de mí. No debió ponerme su nombre, así no le dirían en los restaurantes y los mostradores de las aerolíneas: ¿Usted es algo de Jaime Bayly? Yo no soy más el hijo de Jaime Bayly, resulta que ahora él es el papá de Jaime Bayly, mal que le pese y le avergüence.

SIETE

Mi padre está muriéndose en una clínica. Tiene cáncer. Le quedan pocas semanas de vida. No sé si visitarlo. Mi madre me ruega que lo visite. Trato de no ser rencoroso y voy a despedirme de él. Está entero, fuerte, orgulloso. Me mira con el destello de superioridad de toda la vida. El otro día vi tu programa, me dice, señalando el televisor en la pared. No me gustó nada la entrevista que hiciste, añade. Me quedo en silencio. No debí venir, pienso. Unos días después, cuando ya no puede hablar, le doy un beso en la frente y le digo: Perdón por no haber sido el hijo que hubieras querido.

40 pensamientos acerca de “Mi padre y yo

  1. ANGEL

    cuantos… recuerdos sin recuerdos; ahora divagan en mi mente, mi padre, no fue mi padre, mi abuela tomo ese cargo, lo hizo hasta donde sus fuerzas le acompañaron, nunca nunca me sometió a malos recuerdos, si los tengo por parte de ese hombre que nunca estuvo, hace un par de años lo conocí, llore al verlo y pues, solo fueron esas lagrimas insolubles para mi las que me confirman que no valió la pena esperar tal día; sin embargo no lo juzgo, se que el esta bien y que jamas me necesito como yo a el, pero; vaya que me hiciste rememorar esto … la vida prosigue, tengo un hijo de 6 años, espero jamas hacerle falta, bueno; gracias por esta columna………………. te admiro …… abrazos

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  2. Jorge

    …muy duras palabras , debería de sentirse orgulloso de lograr complicidad con tantas personas . Te sigo Jaime desde hace años . Es más me siento identificado en más de un escrito .
    Es este caso tuve la mala suerte de que mi padre si era militar y se retiró con alto rango . Marco mucho mi infancia , y si era un niño sensible y delicado . No era su orgullo y nunca lo fuí .
    Le he dedicado muchas horas de reflexión para poder comprender su accionar . Ni siquiera el nirvana de la cocaína logró darme una respuesta clara . El tipo es un incomprendido .. o el incomprendido soy yo ????…

    Jorge , desde Argentina . Saludos Jaime .

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  3. Melina Marquez

    Querido Jaime: Soy venezolana y aun vivo en Venezuela. Te admiro y sigo desde que era una adolescente hace 18 años, justo el tiempo de este terrible gobierno que tenemos, pero esa es otra historia. Me encanta tu sensibilidad, tu inteligencia con un pensamiento agudo y crítico, irreverencia, elegancia y lo respetuoso que eres. Adoro tu bien llevado lado femenino. A pesar de tus experiencias tempranas, muy duras y dolorosas, pudiste ser la mejor versión de ti mismo y no la que tu padre o tu madre quisieron que fueras, pues nadie tiene por qué serlo, sino una hermosa versión única de lo que deseamos ser. Creo que tu lo lograste, ser una hermosa versión de ti mismo! Mi más cordial saludo para ti, tu esposa e hijas!

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  4. Flo

    Jaime, me he conmovido con ese relato, tú solo fuiste una victima del ego de un hombre ciego. No te sientas culpable de nada. La vida es tan breve, aprovecha ser feliz, cada día es una nueva oportunidad en esta tierra.

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  5. gonzalo moscoso

    Este es el tipo de textos que cuando uno los lee, no puede evitar quedar en puntos suspensivos, en un momento de silencio.

    Espero con todo mi corazón no ser jamas ese tipo de padre para mi hijo.

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  6. Cesar

    Recuerdo esta de la novela, No se lo digas Nadie, no leí la obra, pero vi la película, me resistí a creer que eso fuera verdad, que Jaime Bayly tuvo un padre ausente en su vida viviendo con él, me parece curioso también que tal vez la condición de no tener un padre tuvo que ver algo con su bisexualidad, jamas supo comunicarse con su hijo, si yo hubiese sido tu padre hubiese saltado de orgullo por tu paso por la TV como el niño terrible, hubieramos sido grandes amigos creo, y tal vez jamas hubiera descubierto tu lado bisexual, pero esta historia nos da una lección a todos los que tenemos la dicha de tener una familia y es que el amor por los hijos siempre debe ser verdadero.
    un abrazo

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  7. MARLENE MAGUIÑA

    Pienso que él te amaba,solo que no era capaz de admitir su derrota al tener un hijo que siempre le daba la contra en todo y al final logro ser exitoso.
    Los padres siempre desean lo mejor para nosotros,aunque aveces no cubrimos sus expectativas.

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  8. eddy

    De todos los comentaristas. peridistas, presentadores de television de mi pais , a quien mas sigo y admiro, su prosa , su inteligencia , sus libros es Jaime Bayly. Espero tener la oportunidad de ir a tu programa en Miami.

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  9. Hugo Chirre

    Que fuerte historia para los tiempos actuales, pero hace 30 años atrás era normal el castigo físico. La verdad no me imaginaba que la alta sociedad también lo sufrió. Que bacan que te fuiste a despedir de tu viejo, lo que si no debiste devolver el dinero. Te felicito por escribir siempre a través de este medio que llega a miles de hispano hablantes. Saludos

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    1. ESTHER

      Jajajajaja claro que la sufrió, mi mamá era domestica en una casa en la punta y la señora rubia y ojos de gato les sonaba a sus hijos si se merecía , mi madre dice que copio esa manera dura de tratar a sus hijos.

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  10. Sara Donatila Hernandez Ramos

    Oh Jaime, cuando vi tu columna que hablarías de tu padre me imagine que estaba mal, tu eres un buen padre me alegra que él no te causara daño en esa parte y que no seas igual que él, ten la seguridad que yo no hubiera ido, pero tu eres bondadoso, solo te puedo decir que no eres culpable de nada, no tienes que pedir perdón, te aconsejaría que cierres ese capitulo de tu vida y que tu seas feliz, él no quiso serlo, bueno que muera solo entonces….un abrazo Jaime.

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  11. Dary R.C

    Hola Jaime, mi padre es militar y estoy atravesando algo similar en casa..claro que por otros factores, tu historia me conmovió mucho y me senti identificada por momentos..estare atenta a tu próxima publicación

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  12. Emilio Chavez

    Escribir sirve, a veces, de catarsis; en este caso particular, creo que lo fue. El artículo, además, es una breve pero profunda enseñanza de lo que no debe ser un padre. Habría que saber qué crianza tuvo el padre, donde el machismo y la homofobia deben haber estado presentes, estoy seguro.

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  13. Emilio Chavez

    Escribir sirve, a veces, de catarsis; en este caso particular, creo que lo fue. El artículo, además, es una breve pero profunda enseñanza de lo que no debe ser un padre. Habría que saber qué crianza tuvo el padre, onde el machismo y la homofobia deben haber estado presentes, estoy seguro.

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  14. Ingrid Castellanos

    Eres muy valiente, compartir la historia sobre la figura paternal que tuviste es muy fuerte y te felicito eres un gran ser humano, superaste y desde mi punto de vista pienso que lograste mucho en la vida. Siempre estoy a la epera de tu proxima publicación. Un abrazo atento y respetuoso.

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  15. Tania Rodriguez

    Mi admiracion y mis respetos, solo una persona como tu puede ver y canalizar desde otra dimensión la relación con tu padre…bien por ti que decidiste dar el paso adelante y despedirte, con esa acción soltaste la cuerda y ese peso cayó al precipicio
    Recibe un fuerte abrazo que en momentos como estos son invaluables!!!!!

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  16. Pamela

    Sabes Jaime, desde que mi esposo y yo fuimos a tu programa en Miami el año pasado lo que mas nos impresionó de ti es lo caballero que eres y que persona tan educada y tan atenta fuiste con nosotros, se nota que eres una persona sensible! Me encanta como escribes, eres un gran entrevistador y una gran persona!

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  17. Daniela Tupayachi

    Estimado Jaime,
    Mi mami Maja (así le digo a mí abuela) y yo te leemos cada vez que públicas un artículo. Este en particular nos hace reflexionar acerca de cuán importante es infancia, La niñez y La adolescencia en el desarrollo de un ser humano. Una etapa de vida donde sin duda los nos padres marcan con sus acciones, sus limitantes y hasta sus frases. Encontramos en este artículo una especie de enseñanza a quienes sean padres o estén por serlo, a fin de que comprendan y acompañen el crecimiento de sus hijos de manera comprensión y no a través de patrones arcaicos. Gracias por compartirnos parte de tus vivencias, nosotras te admiramos y reconocemos en ti al Jaime Bayly recolector de historias y sobre todo al gran ser humano que sin duda eres.
    Saludos,te seguiremos leyendo.
    Un beso de parte de mí mami. 😉

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  18. Cather

    Siempre voy a admirar tu total honestodad y es inebitsble que xuando te lea o me ria hasta orinarme o me conmuevas hasta las lagrimas .Esta vez fue lo segundo.

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  19. Mariela Franco Adam

    Jaime, gracias por compartirlo con nosotros, cuántos han vivido una historia similar a la tuya! , Cada día te admiro más.. soy una venezolana eternamente agradecida contigo .

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  20. Eduardo Rojas Villajuán

    Después de haber leído «El cojo y el loco», y casi todos tus libros, sé quiénes son esos personajes y me reído como nunca. Eres un genio.

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  21. Jannina Garcia Castañeda

    Tu historia es la historia de muchos hijos humillados por padres machistas e insensibles,al contarla y perdonarlo te liberas de su mal recuerdo ;bien Jaime

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  22. mariella Strusberg Benavides

    Jaime , amigo fraterno si bien no nos conocemos , creo si nos sentimos ; eso es lo valioso
    Solo el hecho de haber podido escribir está columna , te está permitiendo limpiarte de una cubierta emocional que te ha acompañado ( disculpa el atrevimiento) a lo largo de tu vida. Ahora que en la tarde de tu vida tienes una enanita que está contribuyendo ha abrir ese interior …el interior de Jaime, sientete agradecido con la vida: no todas las personas tienen la oportunidad de poder limpiarse interiormente con la dulzura, inocencia y,amor de una hijita
    Estas siendo cada día una mejor persona, un ser humano más consciente , un hombre mas centrado , ecúanime, mejor hombre
    Un cariñoso abrazo para Silvia , joven musa , de quien estoy segura , no pensó en lo valiosa que sería para ti
    Otro igual para Ti
    Muchos besos y cariño para Zoë, la la maravillosa duendecilla de la historia
    Hasta cualquier momento
    mariella

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  23. Ramiro

    Siempre me siento identificado con la relación de tu padre y tu, algo parecido he vivido. Recordar estas historias leídas en tus libros son un alivio en mi. Las ultimas palabras hacia tu padre deben haber sido las mas dolorosas o insignificantes para el, pero el peso de decírselo ya te lo quitaste de encima. Saludos Jaime.

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  24. Carla Ibarguen

    Cómo hay padres tan duros, sin sentimientos y que marcan tu vida para siempre. Yo recuerdo al mío con todo el amor del mundo. Tú crias a tu hija con mucho amor. Te sigo siempre. Un abrazo!

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comentarios

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